domingo, 12 de mayo de 2019

Copla



Hay canciones que hemos escuchado toda nuestra vida, de niños las oíamos en la radio, a nuestras madres, abuelas y tías, y  las repetíamos sin entender muy bien que significaban. Era la copla andaluza, aunque más propiamente debería llamarse canción española ya que no todos los cantantes o compositores fueron andaluces. Más tarde, cuando  el rock, la mayoría de los jóvenes decían no ser partidarios  de esas canciones franquistas. Es verdad que en los 60's y 70's en reuniones o fiestas en casas de amigos, los únicos que se arrancaban a veces con “Na te debo, na te pío” o “Apoyá en el quicio de la mancebía” eran andaluces; los de Madrid o Barcelona, los miraban con cara de susto. Sólo en petit comité se decía que también nos gustaba la copla, la habíamos mamado y no podíamos renegar de ello en nuestro interior. Encima se tildaron de canciones franquistas y nosotros tampoco éramos partidarios de ese régimen aunque también lo habíamos mamado.
Y lo curioso es que en su mayoría fueron grandes éxitos compuestos antes de la Guerra Civil y que los autores y cantantes fueron en gran parte represaliados después.

Angelillo, de Vallecas, fue uno de los cantantes que más fama adquirió durante la República. La notoriedad de Angelillo no la logró sólo por su perfecto conocimiento de los palos del flamenco (fandangos, colombianas, caracoles, tarantas) sino más bien por acercarse a públicos mayoritarios con sus coplas populares. Además, sobresalió como galán de cine, en los primeros tiempos del sonoro en España. Protagonizó, entre otras, La hija de Juan Simón (1935), cuyo argumento partía de la milonga de igual título, de contenido claramente lacrimógeno, que le proporcionó una fama no conseguida antes por ningún otro actor-cantante en España. Los espectadores gritaban hasta que el proyeccionista daba marcha atrás en las imágenes para volver a escuchar a Angelillo en aquella popular pieza. Ya había grabado esta canción un par de veces antes, en 1927 y en 1931 y, por supuesto, los compositores no eran andaluces, eran vasco y aragonés. Al principio de las posguerra estuvo prohibido mencionar su nombre, de modo que se referían a él como el protagonista de La hija de Juan Simón.
Claramente partidario de la II República, fueron las películas que produjo su amigo de Luis Buñuel, el principal vínculo político que propició su exilio más o menos voluntario, primero a Orán y luego a Argentina, donde alcanzó una inmensa popularidad. En 1954 volvió a España donde rodó Suspiros de Triana, una versión sobre la película Suspiros de España. En ésta película estrenó la canción Camino verde. También hizo su versión de Dos Cruces. Canciones que todos (los de cierta edad) conocemos sobradamente. Pero volvió a Argentina donde residió hasta su muerte
La hija de Juan Simón ha tenido multitud de versiones, desde la de Antonio Molina a la sefardí Yasmin Levy y más recientemente de las muy conocidas entre los jóvenes India Martínez y Rosalía, y todas ellas merece la pena escucharlas.



Si la medida de un autor resultara del grado de difusión de su obra y de su arraigo popular, nos hallaríamos, sin lugar a dudas, ante un talento incomparable. En efecto, ¿quien no ha escuchado, cantado o tarareado alguna vez canciones como "Mi jaca", "La bien pagá", "Falsa monea" o "Soy minero"? Nos referimos al autor de las mismas, Ramón Perelló, murciano de Cartagena. Letrista, músico, poeta en fin, que confirió cuerpo, a algunas de las más populares melodías de la canción española difundidas por todo el mundo. Dirigió periódicos anarquistas y al acabar la Guerra, Ramón sufrió los rigores de la represión del nuevo régimen y fue detenido y encarcelado durante cinco años, Así que de canción franquista, nada.

La Bien Pagá no tuvo gran éxito en su estreno pero cuando en 1938 la incluyó Miguel de Molina en su repertorio fue un tremendo éxito. Fue una canción republicana, como declaró otro gran letrista de la copla, Rafael de León, al referirse a ella: “Por una orilla del rio de la guerra iba Concha Piquer cantando los Ojos Verdes, y por el otro iba Miguel de Molina cantando La Bien Pagá“. Su mensaje no encajaba con la moral impuesta por los vencedores, fue una canción maldita durante la dictadura. Tanto es así que, tras finalizar la contienda, su autor pasó muchos años en la cárcel, por republicano, y su intérprete vivió exiliado en Argentina hasta su muerte. Su reivindicación se produjo con la llegada de la democracia y, desde entonces, muchas han sido las versiones que se han grabado de esta pieza por intérpretes de los más variados estilos musicales. Era una forma de corregir una idea que  tachaba a todo un género musical de franquista por la utilización que el régimen hizo del mismo. Las canciones, mande quién mande, son del pueblo que las canta y “La Bien Pagá”, al cabo de los años, ocupa el lugar destacado que se merece en el repertorio coplero.


Suspiros de España es un popular pasodoble español. Fue compuesto por el maestro Antonio Álvarez Alonso en Cartagena (Murcia) en 1902. Una melodía en forma de pasodoble que había escrito sobre una mesita del café, y que pronto fue muy bien acogida por su clara inspiración. En su recorrido nocturno por Cartagena, se detuvo ante la confitería España, ubicada frente al café de sus actuaciones, y observando una confitura típica llamada "suspiros" (avellanas caramelizadas), se inspiró para bautizar "Suspiros de España" a su nueva partitura. En 1938 se le añadiría letra para ser cantada por Estrellita Castro en la película Suspiros de España, siendo versionada luego (en ocasiones cambiando la letra) por otras grandes figuras.
En los exilios provocados por la Guerra Civil y posteriores, el pasodoble "Suspiros de España" simbolizó la nostalgia del país perdido. Su composición en el modo musical menor evoca tristeza, También fue sintonía de Radio Pirenaica, emisora clandestina de la oposición republicana en el exilio.
Manuel Penella compuso en 1927 En tierra extraña, interpretado por Concha Piquer, que incluye como "homenaje" o "canción dentro de la canción" la música de Suspiros de España, al narrar cómo, en una reunión de españoles en Nueva York para celebrar la Nochebuena, ... de pronto se escuchó / un gramófono sonar. / "Callad todos", dije yo, / y un pasodoble se oyó / que nos hizo recordar. / Oyendo esa música, / allá en tierra extraña, / ya nadie reía, / ya todos lloraban / ... / eran nuestros suspiros / suspiros de España.​
Desde el momento en que Conchita Piquer dice “y un pasodoble sonó que nos hizo suspirar“ empieza la línea melódica de “Suspiros De España” que quedará en segundo plano. Lo que sigue recitando y entonando la Piquer es “En Tierra Extraña” con el fondo de “Suspiros”.
En tierra extraña, como escribe Fidel Moreno en ¿Qué me estás cantando?: “el autor introdujo en la última estrofa el pasodoble Suspiros de España y en ese detalle reside gran parte del atractivo de esta canción. Suspiros de España es reconocido como el pasodoble más hermoso de nuestro repertorio; incluso en el debate perenne sobre nuestra identidad patriótica, muchos lo reclaman como el verdadero himno español.”
Aquí he unido primero el pasodoble Suspiros  de España interpretado por la Banda de Música Militar Conjunta, luego En tierra extraña de la Piquer que termina con Suspiros de España.