El conde Keyserlingk era un hombre afortunado, lo
tenía todo… pero no podía dormir. Entonces
al buen conde se le ocurrió encargar a su protegido y amigo Johann
Sebastian la composición de alguna obra que, ejecutada por su fiel
Goldberg, le permitiera conciliar el sueño. Bach decidió escribir
para su mecenas un conjunto de variaciones para clavecín sobre un
tema principal, alternando pasajes rápidos con otros más lentos, en
general alegres y que exaltaran el espíritu de tal forma que
llevaran al oyente a un estado de relajación que le ayudara a
conciliar el sueño. Y todo eso, a pesar de que al gran Bach no le gustaba nada componer variaciones; le resultaba aburrido y poco
gratificante, su genio era tal que lo que para casi todo el mundo era
dificilísimo o simplemente imposible, para él era trivial
El
resultado de tanto esfuerzo fue un conjunto de un aria (el
tema principal), seguido de treinta variaciones sobre ella y
terminadas con una repetición final del mismo aria inicial, cerrando
así el círculo. Una variación sobre
un cierto tema consiste en tomar dicho tema y alterar de forma
consistente bien el tempo, la altura de las notas, su disposición u
orden, añadirle contrapuntos, cánones, etc, de tal forma que,
estando todas ellas basadas sin ambages en el tema original, son al
oído del ignorante tan diferentes entre sí que parecen
completamente distintas.
Una
vez que las variaciones estuvieron en poder del conde Keyserlingk, se
las encomendó a su clavecinista de cabecera, Goldberg, para su
ejecución siempre que el embajador lo necesitara. A partir de ese
momento, en las noches de insomnio el conde pedía a Goldberg que le
tocara “alguna
de mis variaciones”… y el conde por fin pudo dormir. Y las variaciones fueron desde
entonces conocidas como Variaciones Goldberg,
en recuerdo del esforzado clavecinista del conde.
Todos
estos acontecimientos los refiere Forkel, biógrafo de Bach, en
la biografía que publicó en 1802, más de cincuenta años después
de su muerte.
Y es una historia realmente bonita y sugerente. Sí, es una historia
bonita. Y falsa, más "se non è vero, è ben trovato".
La obra, originalmente denominada por Bach “Aria con variaciones diversas para clave con dos teclados” fue compuesta a lo largo de varios años y publicada en 1741. Las Variaciones Goldberg están escritas para clave, es decir, un instrumento de teclado con dos teclados, situados uno por encima del otro. El pianoforte, aún no tenía la gran difusión que tendría unos años después, debido a que la construcción de estos primeros pianos dejaba bastante que desear. A diferencia del clave, el mecanismo del pianoforte hace que al pulsar una tecla un martillo golpea la cuerda equivalente; la gran diferencia con el clave reside en que dependiendo de la fuerza con que se pulsa la tecla, así golpea el martillo la cuerda, permitiendo un sonido suave (piano) o fuerte (forte) según la firmeza de la pulsación. De ahí su nombre: piano-forte. De hecho, Bach no compuso pieza alguna para pianoforte.
Aquí tenemos a Glenn Gould en 1964 con extractos del Aria y la Variación 3 de las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach.
Y aquí en 1981 con el
Aria de las
Variaciones Goldberg completa.
Y como no soy un entendido e Internet tampoco (muchas veces), en la misma grabación de 1981 grabó ésta, que no sé que número es, o si son varias seguidas, ya que originalmente cada variación es muy corta. Las he oido varias veces, las he comparado y sigo sin saber cual de ellas es o son. Tambien es verdad que según la época de grabación, variaba su forma de interpretarlas. No dejan de ser variaciones de un mismo tema.
En su vuelta a grabar las Variaciones decía: "Conforme he ido haciéndome mayor, encuentro… que muchas de mis interpretaciones tempranas son demasiado rápidas para reconfortar. Con texturas complejas contraponiéndose, uno requiere cierta deliberación y (…) es la falta de esa calma lo que me molesta en la primera versión de Goldberg". Gould volvió a ejecutar las Variaciones en 1981, un año antes de su muerte, con un ánimo más introspectivo. El eco crepuscular de la grabación se convirtió más tarde en el testamento del pianista.
Antes de retirarse de los conciertos públicos, Gould grabó magníficas versiones de los Conciertos para piano de Bach (en realidad, conciertos para clave). Aquí dejo el Allegro del Concierto nº 1 (BWV 1052) con la Orquesta Filarmónica de New York dirigida por Leonard Bernstein en 1960.
Glenn
Gould dotado de una técnica sobrenatural, sin embargo era un auténtico
inadaptado social. Lleno de manías a cuál más rara, tenía
dificultades para relacionarse con el personal. En 1964,
tocó en público por última vez en Los Ángeles y
anunció que se retiraba de los escenarios cuando era una auténtica
figura internacional. La razón es que empezó a sentir hastío por
la interpretación en directo y creyó que servía mejor a la música
en un estudio de grabación que
en la sala de conciertos. Pensaba además que la música se
preservaba mejor en la intimidad. Es de agradecer que en la mayoría de las grabaciones se enfoque el movimiento de los dedos sobre el piano. Entre la música, el movimiento de las manos y de todo él, me quedo hipnotizado.
Verle
tocar en directo debía ser todo un espectáculo. Solía aparecer
para realizar sus grabaciones (y antes, sus conciertos) con abrigos,
bufandas y guantes, aunque fuera pleno verano, con un cargamento de
píldoras, jarabes y medicamentos varios para cualquier posible
afección real o imaginada, y siempre, siempre, con su silla…
Con
su especialísima silla de tocar el piano (siempre
un Steinway): una desvencijada silla de enea,
baqueteada por sus viajes a lo largo y lo ancho el mundo, con las
patas recortadas de tal manera que el teclado le quedaba a la altura
casi de la barbilla, lo que le obligaba a tocar en una extrañísima
postura, encorvado sobre el piano y con una posición de brazos
completamente antinatural. Su padre la había hecho a mano, guiado por las exigencias del artista y siempre fue la misma: cuando se deterioraron los cojines, continuó tocando sobre la estructura desnuda. ¡Ah, y canta! Cuando Glenn Gould ejecuta
una obra, sobre todo las que de verdad le gustan, canta. Tararea y
sigue el ritmo con sonidos guturales que son perfectamente audibles
en la gran mayoría de sus grabaciones. Podríamos decir que hay momentos de su interpretación en que está en compañía del mismísimo Bach, parece estar poseído por la música y ¡expresarlo!
Aquí una grabación de 1974 de la Partita nº 6 de Bach con una típica entrada de Gould a la grabación.
No podía dejar de poner algo de
El arte de la fuga (BWV 1080), por ejemplo el
Contrapunctus I.
J.S. Bach fue su gran especialidad y sus grabaciones constituyen verdaderos puntos de referencia. Cada grabación la preparaba con todo detalle como una obra única, y pocas veces regrabó alguna pieza, con la notable excepción de las Variaciones Goldberg, cuya primera versión grabó en 1955, al inicio de su carrera, y la segunda en 1981, totalmente distinta, poco antes de su muerte, y empleando tecnología digital en todo el proceso. Gould publicó más de 60 discos con un repertorio que abarcó desde Bach hasta Schoenberg, desde Beethoven hasta Shostakóvich, a quien popularizó en Occidente.
Aquí de su última grabación de 1981, la Partita nº 4.
La nave Voyager 1, que despegó de la Tierra el 5 de septiembre de 1977 en búsqueda de
vida extraterrestre, lleva, entre otras muestras representativas de
actividad humana, una grabación del Preludio y fuga número 1
del Clave bien temperado de Johann Sebastian Bach volumen
II, interpretada por Glenn Gould.