lunes, 24 de febrero de 2020

Lhasa de Sela


Es difícil de creer, pero Lhasa no sabía leer ni escribir música. Solo hizo tres álbumes en poco más de diez años, y todos son joyas.
En La Llorona (1996) cantó todo en español y vendió más de 500,000 copias; The Living Road (2003), más orquestado, está en inglés, español y francés, y Lhasa (2009), más sencillo, pero quizás con mayor éxito vocal, está completamente en inglés.
Una canción más que centenaria y que aún se canta en el Perú es El Payandé, de 1873. Es una de las más altas expresiones del aporte negro a la cultura peruana. En El payandé se expresa toda la rabia por la esclavitud de los afroperuanos. Pero El Payandé, ¿ciertamente es de Magdalena, viejo municipio limeño?.
La letra dice “Nací en las playas del Magdalena”. Además, en todo Lima no se conoce el payandé. En Lima el ganado siempre escaseó; menos podía haber tasajo o carne seca a la brasa para el esclavo. El plátano asado tampoco es plato de Lima; su base es el “plátano hartón”, que no se cultiva allí. El payandé y el plátano hartón son productos típicamente tropicales y el río Magdalena atraviesa toda Colombia y desemboca en el mar Caribe.
Pero la canción sólo se conoce en el Perú. Cómo es posible que en una canción popular de Perú se esté refiriendo a un río colombiano? En este hermoso poema de amargura y rebeldía hay un doble mensaje. Uno, el relato en sí; otro, su propio origen.
Colombia era el centro de la trata de esclavos y negros había muchos a orillas del Magdalena. Es la principal arteria fluvial del país y una zona de exuberante vegetación tropical, con abundante ganadería extensiva. Ahí crece silvestre el payandé, rosal herbáceo, y ahí las haciendas cultivaban distintas variedades de plátanos, entre ellos el “hartón”, llamado así porque uno sólo llena el estómago. Es el plátano preferido para asar.
Cuando se hizo imposible para la casta dominante impedir más la promulgación de la ley antiesclavista, los hacendados tomaron una decisión final. Vendieron sus esclavos “al peso” a negreros de otros países. Así, caravanas de negros encadenados emprendieron la marcha a sitios lejanos, entre ellos a Perú.
En el Perú, se decretó la abolición de la esclavitud en 1854. Y éste es el origen de la canción. Llegado al Perú, un negro señaló que tras largo viaje, “cambió el pandero de manos, pero de sonidos no”


De padre mexicano y madre estadounidense, vivió en Canadá, Francia, Mexico y Estados Unidos. Para alguien que había pasado su infancia viajando en un autobús con sus nueve hermanos y hermanas, el mundo de Lhasa estaba profundamente conectado con los elementos. La tierra, el cielo y el mar aparecen con fuerza en sus canciones. Por ejemplo, Con Toda Palabra 


y no es de extrañar que se refiera en algún momento a La Frontera.


¿Anticipó ella su muerte? Ciertamente, una o dos canciones de su último álbum sugerirían que llevaba un tiempo con ello. Cuando grabó su último album, en 2009 ya sabía que tenía cáncer y murió al acabar ese año con 37 años.
En éste video, antes de sentarse al piano y cantar I’m going in, habla de una historia que le contaba su padre: Cuando somos concebidos aparecemos en el vientre de nuestra madre como un pequeño haz de luz. Y el tiempo no existe en ese lugar y tenemos la sensación de haber estado en ese lugar durante miles de años. Pero lentamente vamos creciendo. Y a medida que crecemos, poco a poco, comenzamos a tener sensaciones y empezamos a ser capaces de tocar las paredes del lugar en el que nos encontramos. Y después… Qué gran sorpresa. Salimos. Y ese es el comienzo de nuestras vidas. A veces, mezclados con todos los sentimientos, sensaciones y sonidos de esta vida, escuchamos sonidos y sentimos golpes que vienen de fuera de esta vida, como memorias o como recuerdos de algo. Y entonces, finalmente crecemos tanto que este cuerpo se vuelve muy incómodo también. Y tenemos que morir. Entonces pensamos para nosotros mismos otra vez: Ya está, esto es el fin! El fin de mí vida!
Pero mi padre dice que la muerte es sólo el momento en el que atravesamos esa fina pared transparente, algo que ya hicimos antes, para ir a vivir otra vida.
Voy a cantar una canción, que es más o menos cómo imaginé lo que pasa después. Yo no soy una pianista, he sido demasiado atrevida para tocar este hermoso piano y si cometo algún error, no significa que esté pasando algo muy terrible. Esta canción se titula: Voy a entrar - I’m going in -.



La verdad  es que me emociono al escucharla. Se nota que está despidiéndose.
Y para acabar alegremente, una canción que todos hemos escuchado y cantado aunque en distinta versión. Con el deseo de que en las fechas que le corresponden, es un villancico tradicional español, podamos volverla a cantar. Los peces por Lhasa en Quebec en 2005.









domingo, 23 de febrero de 2020

Don Williams


Tratando hace unos días de Emmylou Harris me tropecé con que entre sus duetos, había grabado uno con Don Williams. Don Williams, para mí, a principios de los 80’s era un descubrimiento que me encantó y no dejaba de tararearlo. De hecho fue uno de los últimos LP’s que compré, y lo hice en discos Castelló en julio del 84, El precio una burrada para entonces, 975 ptas. Ya no existe Discos Castelló,  por donde todos los aficionados a los discos habíamos pasado alguna vez en Barcelona.
Don Williams apodado "Gentle Giant" ("El gigante apacible") por su altura (1,86 m.) y suave voz, poseía una de las voces más lánguidas e icónicas surgidas de la música country desde Jim Reeves. No importa lo que esté cantando, él entrega la letra y la melodía desde adentro, como si revelara una verdad experimentada. Recuerda lo de “tres acordes y la verdad”.
Una canción es una composición de palabras, frases y oraciones entrelazadas con armonía. Puede ser una historia sobre la familia, la fe, las experiencias de la vida, los amigos y la mayoría de las veces el amor. Además, puede ser un testimonio triste o feliz. Pero hay una cosa segura: una canción definitivamente puede afectar tu emoción.

Y para comprobarlo aquí pongo You're my best friend de 1975 en la que se vé la emoción del público. Su voz y la claridad de su fraseo permitía entender bastante bien la letra y se comprendía que emocionara.



y Some broken hearts never mend de 1977 que, a pesar de lo triste de la letra, tiene un ritmo alegre.



I believe in you fue lanzado en agosto de 1980 como el primer sencillo y título del álbum I believe in you. La canción se convirtió en el único número 1 de Don Williams en la lista de países de Billboard. durante dos semanas y pasó 12 semanas en la lista. Fue un éxito en Europa, Australia, Nueva Zelanda y Africa.
I Believe in You es el álbum más bello que Williams grabó. El fácil flowing del canto de Williams subrayado por arreglos country soñadores pero simples, es maravilloso.
Aunque la letra se entiende bastante, no he querido quitarla para no perder nada de su significado.



Ya los títulos de las canciones nos hacen sospechar de toda la historia que viene a  continuación, por esto no puedo olvidar que Rainy nights and memories, de 1980, tiene un título tan evocador. Y esa voz que te envuelve junto a los instrumentos, me emociona y encanta, aunque el video no valga gran cosa.




lunes, 17 de febrero de 2020

Tres conciertos y dos cellos


Tengo a Beethoven entre mis 4 favoritos, pero no es el primero. No sé por qué, cuando casi para todo el mundo lo es. Pero es así. Entré en la música clásica con Wagner por parte de padre, sigue gustándome en algunas obras y me parece el padre de todos los posteriores; luego con Vivaldi y sus Cuatro estaciones, cómo es normal al principio, por parte de un amigo; y luego con Bach, por mi mismo. Al cabo de un tiempo seguí con Mozart que me sedujo para siempre y luego llegó Mahler, al que consideré el último de los clásicos.
Entre ellos había otros muchos y, siempre, como pilar al que asegurarse podía contar con Beethoven. En algún momento me dió por acercarme a sus trios de cuerda y me costó entrar en ellos. Así que lo tenía opositando a entrar en esos 4 favoritos.
En este año se cumple el 250 aniversario de su nacimiento y tanto en el Palau de la Música como en L’Auditori están programadas un montón de sus obras. El sábado pasado me tocó el Triple Concierto de Beethoven que resulta ser uno de los menos programados de éste compositor. El único que escribió para más de un instrumento solista.  Dicen que por la dificultad de unir a 3 solistas capaces de verdad de ejecutarlo. Lo escuché en la punta de la butaca. Me encantó y pareció enorme. Me dio la impresión de que no es una obra difícil de llegar al gran público a pesar de la dificultad que entraña. Y que deja una sensación de bienestar insuperable.
Cada instrumento tiene la oportunidad de alternar de forma individual con la orquesta; dos instrumentos solistas también pueden interactuar; y los tres incluso tocar juntos con la orquesta. Los diálogos que efectúan los tres instrumentos entre sí, y orquesta incluida, son para sentarse en una butaca, y no levantar el culo hasta el Fín.
Para evitar ahogar la voz más grave del cello, la parte de piano es ligera y transparente; Beethoven escribe principalmente para las cuerda más alta del cello, permitiendo así que el instrumento alterne con el violín en igualdad de condiciones, por así decirlo.
El segundo movimiento, Largo, es relativamente corto pero exquisito y encantador. Es tan increíblemente bonito como pocos que puedan escucharse. Este movimiento fluye hacia el final en que, sin solución de continuidad, sigue con el tercer movimiento.
Es fundamental la interpretación que hicieron Richter al piano, Oïstrakh al violín y Rostropovitch al cello con Karajan dirigiendo. aquí están los tres interpretes en Moscú a principios de los 70.



Podría decirse que es el “concierto para cello de Beethoven”. Entre las curiosidades/coincidencias que surgen escuchando conciertos para cello, muchos coinciden que entre los más destacados para éste instrumento está el Concierto para cello de Elgar de 1919. Esta obra no obtuvo mayor popularidad sino hasta la década de 1960 cuando una grabación de Jacqueline du Pré captó la atención del público y se convirtió en una de las grabaciones de música clásica más vendidas.
Jacqueline du Pré se casó con Barenboim. Su amistad con los músicos Itzhak Perlman, Zubin Mehta y Pinchas Zukerman y su matrimonio con Daniel Barenboim inspiraron un filme. Los cinco se denominaban a ellos mismos como la mafia musical judía.
Aquí está el Adagio del Concierto para cello de Elgar en la versión que hicieron Jacqueline du Pré dirigida por Barenboim en 1967 antes de que la esclerosis múltiple empezara a hacer sus efectos que la llevaron a la muerte con 42 años.


Su violonchelo, un Stradivarius Davidov 1712, fue adquirido por poco más de un millón de libras por la Fundación Vuitton, que lo dejó en préstamo al chelista Yo-Yo Ma, que junto con Perlman al violín y Barenboim al piano y dirigiendo la Filarmónica de Berlin en 1995 nos muestran otra versión de Triple Concierto de Beethoven.













domingo, 2 de febrero de 2020

Cosas que pasan

Haciendo memoria, hace un par de días, de los sitios donde había vivido en Barcelona, al pensar en el primero, me acordé de la música que escuchábamos allí. Era agosto de 1971, en un piso enorme y señorial de la calle Muntaner donde vivía un primo de Mamen y un amigo panameño y había sitio de sobra para meternos una pareja más y sin pagar alquiler alguno. La música del momento sonaba todo el día, con cierta predilección a lo sudamericano no tanto por el panameño como que por entonces se oía por todos los sitios de Barcelona.
Recuerdo especialmente un álbum de José Feliciano en español con una serie de boleros muy conocidos.
Hacía años que había visto en TVE una peli española de 1936 que a pesar de estar considerada “una españolada”, a mí me gustó; era Morena Clara. Me gustó Imperio Argentina y sobre todo su canción La falsa monea. Cosas que pasan. De vez en cuando me venía a la cabeza y la tarareaba, e incluso Mamen la continuaba.


Cuando en el 71 la escuché por José Feliciano siguió gustándome más. Y ya se quedó para siempre en mi inconsciente.

José Feliciano - La falsa moneda

Y aprovechando que he recordado éste álbum, me permito dos canciones más del mismo, que también tarareé múltiples  veces. Verdad amarga.

José Feliciano - Verdad amarga

José Feliciano - Amor Gitano

Durante la comida de Navidad última, hablando de música de nuestros años mozos con un cuñado (y sin embargo amigo), me comentó si me acordaba de una canción que era un recitado que decia: “Nadie salió a despedirme cuando me fui de la estancia…...”. Por supuesto que me acordaba y recordaba el sentimiento de tristeza que muestra la letra.
Era una canción recitada, Cosas que pasan, del argentino José Larralde cuyo disco también escuchábamos en la casa de Muntaner en Barcelona. Se me hacía un nudo en la garganta según iba asimilando la letra.









sábado, 1 de febrero de 2020

The Anniversary song

Es una pieza que, supongo, antes de fijarme en ella ya debía haberla escuchado sin saber que era. Sonaba al típico vals de Strauss y, por lo tanto, reconocible y agradable siempre. Waves of the Danube fue compuesto por Ion Ivanovici en 1880 y publicado en Bucarest. Tras su arreglo definitivo fue interpretada por primera vez en la Exposición Universal de Paris en1889, cuando se inauguró la Torre Eiffel. Es una de las melodías rumanas más famosas del mundo. La canción tiene muchas variaciones a lo largo de la pieza, que recuerda a la música de Johann Strauss. A través de las variaciones de estilo vienés, todavía se nota el distintivo eslavo.



En los Estados Unidos, se le conoce con frecuencia como The Anniversary Song, un título dado por Al Jolson cuando él y Saul Chaplin lanzaron una adaptación de la canción en 1946 para la película La Historia de Al Jonson.
Al Jonson en el año 1927 tuvo una actuación cinematográfica en The Jazz Singer (El cantante de jazz) cuya trama era muy parecida a su vida real. Fue la primera película sonora, que lo catapultó definitivamente a la fama con éxitos rotundos en todo el país y en Europa.
En 1946, se produce la película The Jolson Story, en la que el cantante presta su voz al actor Larry Parks, encargado de interpretar su vida en la pantalla. Esta película fue un gran éxito que permitió a Al relanzar su carrera como cantante. Con todo lo que llevaba grabado, nunca lo había hecho con esta canción que fue expresamente adaptada para la película.


De las muchas versiones que hay (por ejemplo Bing Crosby, Frank Sinatra, Artie Saw, Glen Miller, Tom Jones o Willie Nelson), está la de 1947 de Tex Beneke (músico estadounidense de jazz, saxofonista tenor, cantante y director de big band) con la Glenn Miller Orquesta, donde trabajó hasta la desaparición de Glenn Miller. Por supuesto esta versión tenía que llevar un ritmo de swing.


Mi primer acercamiento consciente a esta obra fue en 1958 con la versión de Pat Boone. Mi padre acababa de volver de EE.UU. y allí se había aficionado a Pat Boone que era el segundo cantante más popular de finales de los años 50 (detrás de Elvis Presley) y vendió más de 45 millones de discos además de aparecer en bastantes películas. Aquí el vals es bastante más lento que el original. Es mi versión preferida



De 1964 es la película La pícara soltera (Sex and the Single Girl) con Tony Curtis, Natalie Wood y un puñado de actores y actrices muy famosos. La vi en su momento y pasé un divertido rato con la típica comedia de enredos americana. Además, yo era un ferviente admirador de Natalie Wood. En esta peli se canta - Fran Jeffries  - y se baila The Anniversary song en una versión poco acostumbrada. Hasta parece que bailan, Henry Fonda y Lauren Bacall,  un twist. Empieza como vals lento, sigue como mambo/cha-cha-cha y lo bailan como twist.


Oh How We Danced es el álbum de estudio debut del británico Jim Capaldi. Fue grabado en 1972 mientras su grupo Traffic estaba en reposo debido a una peritonitis de Steve Winwood. Aquí tambien tiene una versión de esta canción como deja adivinar el título del álbum. Y el ritmo es Jim Capaldi.