miércoles, 13 de abril de 2022

Algo distinto


Las Bachianas brasileiras son un grupo de obras creadas por el compositor brasileño Heitor Villa-Lobos entre los años 1930 y 1945. Aunque llamadas igual, estas nueve piezas no están pensadas para ser interpretadas de forma continua, aunque guardan una relación singular. Villa-Lobos les otorgó este nombre debido a que en todas quiso fusionar el folclore brasileño con el estilo y la forma de componer de Johann Sebastian Bach, a quien admiraba. Por lo tanto, no cumplen una plantilla instrumental fija, cada una tiene una formación distinta, agrupaciones camerísticas, orquestales, etc. Sus movimientos utilizan la terminología musical barroca junto con un término brasileño. Aunque las trató por separado, siempre las llamó en plural para designarlas.

La Bachiana n.º 5 (concierto para soprano y 8 cellos) y, sobre todo, su Aria(Cantinela) es la más célebre y la que dio fama al ciclo completo. Es la única que incluye una parte vocal, concretamente para soprano, y vuelve a aparecer la orquesta de violonchelos. Según Villa-Lobos, el número de integrantes de dicha orquesta debe ser un mínimo de ocho o, en caso de ampliarse, la cifra siempre debe ser múltiplo de ocho. La maravillosa aria inicial, que se inicia con un adagio en 5/4, sobre los pizzicatti de los violonchelos, ha sido inmortalizada por sopranos como Victoria de los Ángeles (que la grabó en un registro de referencia en 1956 a las órdenes del autor), Kiri Te Kanawa, Barbara Hendricks y otras muchas.

A mí no se como me llegó pero enseguida me entusiasmó y me compré un LP  de la Orquesta Nacional de la URSS, nada fácil de conseguir, era francés, y creo recordar, porque la distribución era de Harmonia Mundi, que fue en la calle Fontanella en 1987 para mi cumpleaños.

Aquí tenemos la Cantinela con los cellos de la Orquestra Filarmônica de Berlin, dirigida por Gustavo Dudamel con la soprano Ana Maria Martínez en 2008.



Frederic Mompou (1893-1987) compositor español, nacido en Barcelona era un miniaturista en sus obras, casi siempre breves y de una música relativamente improvisada. Su obra se ha descrito como «delicada» e «íntima». Según sus propias palabras, era «un hombre de pocas palabras y un músico de pocas notas». Las veintiocho piezas de la Música Callada, resumen la estética de Mompou. Casi todos ellas tienen un ritmo lento (y a veces muy lento), y todas son bastante cortas, la mayoría de ellas tienen una duración de menos de tres minutos. El título está tomado del “Cántico espiritual” de San Juan de la Cruz, concretamente de estos versos: “la música callada / la soledad sonora”, «una música que sea la voz del silencio», sin huecos ni adornos. Consideraba que lo más importante era el silencio que se producía entre una nota y la siguiente. Esta música está presidida por la intimidad, la concisión, la sobriedad de medios. Es música para escuchar sin prisas. Me recuerda mucho a Arvo Pärt .

En 1951 compuso el primero de los cuadernos de Música callada. Su tercera pieza, Placide nos recuerda a la Sinfonía Azul. Y seguro que la conocen muchísimos y que la han escuchado más de lo que creen. Tampoco recuerdo como me llegó, supongo que la escuché en la radio, me gustó, me sonaba de algo y me la compré como regalo de Navidad en 1979 y me sonaba porque esta ‘Sinfonía Azul’ pasó a convertirse desde 1940 en la sintonía de la Cadena SER para los momentos más importantes de la misma. Y yo, esporádicamente, colaboraba con Radio Barcelona, la primera de las radios de España y de la SER. Mompou compuso la que sería la tarjeta de presentación y la marca de esta casa.


Música callada - Placide




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